Cansadas de la esclavitud de ser expuestas a los turistas, un número cada vez mayor de mujeres
jirafa se quita los aros de cobre.
Son jóvenes y tan valientes como para romper con la tradición de anillarse el cuello. Alrededor de una docena de mujeres de la etnia karenni, conocidas como padaung (cuello largo) o mujeres jirafa, se han quitado los hilos de cobre tras años de uso. Son pocas, pero suficientes para iniciar una revolución: con este gesto de independencia se alzan en contra de una situación vergonzosa en las "aldeas turísticas de refugiados" de Tailandia, donde se exponen como objetos. Mu Mu, una joven de 23 años del pueblo de Huay Sua Tao, llevó el collar durante 17 años y explica: –No es un rechazo a la tradición de generaciones pasadas. Tenía su sentido cuando nuestro pueblo vivía libre en Birmania (actual Myanmar), pero aquí se ha convertido en una prisión.
Responsables locales del turismo tailandés y empresarios sin escrúpulos vieron un negocio en los campos de refugiados de los karenni, que empezaron a llegar a mediados de los años ochenta huyendo del hambre y la represión militar birmana. Su idea fue crear estas aldeas donde se cobra al turista por entrar. A cambio, ofrecieron a las mujeres karenni un sueldo mensual (unos 33 euros, que no siempre cobran íntegro) y el permiso para abrir tiendas de recuerdos. También les otorgaron un documento que si bien no reconoce sus derechos de refugiados ni la nacionalidad tailandesa, les da cierta protección. Actualmente viven unas 600 padaung y sus famifamilias en estos zoológicos humanos. Mientras, unos 20.000 karenni siguen en las zonas de refugiados.
Parecen felices aquí –dice un turista francés que visita el pueblo de Huay Pu Keng–. Seguramente llevarán un vida mejor que la de los desplazados.Este comentario refleja un desconocimiento total de las restricciones draconianas que padecen los residentes de las aldeas turísticas, iguales a las de los campos de refugiados. Los hombres no pueden trabajar, y no se permite cultivar cereales ni vegetales fuera de unos límites. Por supuesto, las mujeres que se quitan los anillos de cobre son presionadas para que se vayan y dejen de "beneficiarse" de este estatus. También se tiene constancia de que varias familias de los centros turísticos solicitaron ayuda de un programa de Naciones Unidas y pasaron todas las pruebas pertinentes para obtenerla, pero fue denegada debido a que autoridades del Ministerio del Interior tailandés argumentaron que no vivían en campos de refugiados.
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